En el libro La escritura como un cuchillo, de Annie Ernaux, existe una entrevista en donde le preguntan si la novela ha llegado a su límite tras la exploración artística de los escritores del siglo XX.
Y esta no es una pregunta sencilla de responder, debido a que en el siglo XX, la novela fue explorada por grandes artistas, por ejemplo, James Joyce, Franz Kafka, William Faulkner, Virginia Woolf, Juan Rulfo, José María Arguedas, Albert Camus, Elena Garro y muchos más.
Sin embargo, la respuesta de Annie Ernaux fue certera, ella mencionó que tras el siglo XX, la palabra novela no es más que una categoría que los académicos han colocado a dichas obras para poder analizarlas y así poder enseñar la Literatura en las universidades o, simplemente, poder publicar sus trabajos académicos en revistas indexadas.
Para Ernaux, la novela es una palabra que reduce todo a un concepto que ya no corresponde a la forma de narrar en el siglo XXI, porque ya no se intenta hacer una fórmula narrativa como lo hacían los estructuralistas. Los artistas del siglo XX ya han roto con todo tipo de estructura canónica que les impedía explorar otros temas, otras formas y otras experiencias.
Así, la forma de la novela tradicional que pregona Mario Vargas Llosa, es una limitante para algunos narradores, porque Llosa con sus ejemplos de Flaubert, sólo reducen a la novela en una fórmula que ha sido explotada por la industria editorial.
Por este motivo, para Annie Ernaux, la palabra novela ya no funciona como una estructura o un concepto académico, sino como una forma cambiante que se moldea a través del tiempo, los temas, las ideas, las costumbres y las situaciones políticas y sociales.
De esta manera, la escritora francesa prefiere utilizar la palabra "forma" más que "género", debido a que la narración puede mezclarse con muchos otros temas y entregar obras que aborden una amplia gama de áreas de conocimiento, como es el caso de la poesía, la sociología, la psicología, el periodismo o la memoria.
En este sentido, Annie Ernaux declara lo siguiente:
En las reflexiones comunes sobre los libros, la palabra «novela» circula con un sentido cada vez más extendido. Hay defensores histéricos de la «ficción». Pero, al fin y al cabo, el sello, el género, no tienen ninguna importancia, es bien sabido. Solo hay libros que conmocionan, abren la puerta a pensamientos, sueños o deseos, acompañan; incluso, en ocasiones, dan ganas de ponerse a escribir uno mismo.