El amor es un combate perdido de
antemano.
Al principio, todo es hermoso,
incluso tú. No das crédito a estar tan enamorado. Cada día trae consigo su
liviana carga de milagros. Jamás nadie en el mundo había conocido tanta
felicidad. La felicidad existe y es muy simple: consiste en un rostro. El
universo sonríe. Durante un año, la vida no es más que una sucesión de soleadas
mañanas, incluso cuando nieva por la tarde. Te dedicas a escribir libros sobre
esta cuestión. Te casas, lo antes posible: ¿para qué reflexionar cuando uno es
feliz? Reflexionar te entristece; la vida debe ganar la partida.
El segundo año, las cosas
empiezan a cambiar. Te has vuelto más tierno. Te sientes orgulloso de la
complicidad que se ha establecido en tu pareja. Comprendes a tu mujer con sólo
medias palabras; qué felicidad conformar un todo. En la calle, confunden a tu
mujer con tu hermana: eso te halaga pero te va desgastando. Hacéis el amor cada
vez menos y consideráis que no es grave. Estáis convencidos de que el fin del
mundo está muy lejos. Defendéis el matrimonio delante de vuestros amigos solteros,
que ya no os reconocen. Tú mismo, sin ir más lejos, ¿estás realmente seguro de
reconocerte cuando recitas la lección aprendida de memoria y resistes la
tentación de fijarte en las señoritas ligeras de ropa que iluminan la calle?
El tercer año, ya no resistes la
tentación de fijarte en las señoritas ligeras de ropa que iluminan la calle. Ya
no hablas con tu mujer. Pasáis horas en el restaurante escuchando lo que
cuentan en las mesas vecinas. Sales cada vez más: eso te proporciona la excusa
para no tener que follar. Pronto llega el momento en que ya no puedes soportar
a tu esposa ni un segundo más, ya que te has enamorado de otra. Sólo hay un
punto en el que no te habías equivocado: efectivamente, la vida siempre tiene la
última palabra. El tercer año trae consigo una noticia buena y otra noticia
mala. La noticia buena: asqueada, tu mujer te abandona. La noticia mala:
empiezas otro libro.
Inicio de la novela El amor dura tres años, de Frédéric Beigbeder.