En las Cruzadas, la mujer usaba
cinturón de castidad cuando el hombre iba a la guerra. Esta es una realidad que
no niega Wisława Szymborska en su libro Prosas reunidas. Sin embargo, la
poeta polaca menciona que no siempre sucedía esto. En ocasiones, la mujer no se
quedaba en casa a esperar a su amado mientras ella usaba un cinturón de
castidad, sino que también asistía y ayudaba en las batallas. De esta
manera, la participación de la mujer en las cruzadas era mucho más amplia y
activa, que pasiva y estrecha como nos lo han enseñado en las escuelas. Por
ejemplo, Szymborska dice que las mujeres en la Edad Media "tenían derecho
a conservar su nombre y sus posesiones, a heredar y hacer testamento [...] De
igual forma, en los estratos sociales más bajos, las mujeres gozaban por
entonces de algunas libertades: podían dirigir un taller por cuenta propia, ser
comerciantes y desempeñar muchas profesiones". No obstante, no contaban
con libre elección de casarse con la persona amada, debido a que "esta
decisión siempre obedecía a necesidades familiares y económicas y, en las altas
esferas, también a políticas".
Así, Wisława en su artículo “Cruzados de ambos sexos” comenta que se le hace
extraño cómo después de la Edad Media que es considerada supuestamente la etapa
más oscura de todas, a las mujeres se les comienzan a quitar derechos y
libertades. Por ello, la escritora recomienda volver a leer la historia con
otros ojos y cuestionar las verdades que nos han enseñado en las escuelas: “la
situación social de la mujer durante el Medievo era mejor que en siglos
posteriores, en los que, basándose en un derecho romano anacrónico, comenzaron
de nuevo a tratarla como si fuese un ser menor de edad desde su nacimiento
hasta la vejez, incapaz de decidir por sí misma”.
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