Ray Bradbury decía que, para
escribir, era necesario leer todo tipo de textos y, sobre todo, libros que
estén alejados de la literatura, como es el caso de la biología o la botánica.
Y este consejo lo tiene muy claro Guadalupe Nettel, quien en su libro El matrimonio
de los peces rojos comparte grandes conocimientos sobre hongos, serpientes,
peces y felinos. Sin embargo, sus cuentos no se enfocan en dar detalles
específicos de dicha fauna como si fuera parte de una larga descripción
proveniente de una enciclopedia, sino que busca reflexionar sobre la relación
que tiene el humano y la naturaleza, encontrando similitudes gigantescas en
donde las cucarachas pueden ser una metáfora de la soledad de las personas en
un mundo egoísta y con una ética cuestionable.
Recuerdo que esa noche cayó un largo aguacero. Isabel y Clemencia tocaron varias veces a la puerta de mi cuarto. La silueta del paraguas se reflejaba en una de mis ventanas. No es que no quisiera verlas o hablar con ellas, pero carecía de fuerzas para salir de la cama y abrir. La única compañía que tuve en ese momento fue la de una cucaracha muy pequeña que permaneció toda la noche junto al buró de la esquina. Una cucaracha huérfana, probablemente asustada, que no sabía hacia dónde moverse.
Guadalupe Nettel en su cuento “Guerra en los basureros”
Además, Guadalupe Nettel retoma
grandes clásicos de la literatura y los transforma en tramas aparentemente
sencillos que permiten reflexionar al lector sobre la falta de voluntad del
humano para lograr metas propias o de otras personas, por ejemplo, en su cuento
"El matrimonio de los peces rojos", un pez es llamado Oblómov, un
nombre que recuerda a la novela de Iván Goncharov, quien titula su obra
"Oblómov", y que si se toman ambas obras, se permite hacer una
relación a través de dos historias distintas, pues se comparte la misma
temática que es la incapacidad de voluntad en crear o desarrollar algo en la
vida cotidiana, debido a que los personajes evitan confrontar sus
responsabilidades que han escogido en el mundo.
No obstante, este tipo de
referencias se hallan un tanto enmascaradas en el libro, y justamente eso lo
vuelve sorprendente, porque si un lector sabe escarbar en la arena, también
puede hallar referencias kafkianas, mitológicas orientales o de El paraíso
perdido, de John Milton. En sí, este libro tiene un gran manejo en el
desenmascaramiento de la complejidad del mundo cotidiano y su relación con la
literatura.