VIGILIAS
I
Es el reposo iluminado, ni fiebre ni languidez, en
el lecho o en el prado.
Es el amigo ni ardiente ni débil. El amigo.
Es la amada ni atormentadora ni atormentada. La
amada.
El aire y el mundo no buscados. La vida.
—¿Así que era esto?
—Y el sueño refresca.
II
La iluminación vuelve a la viga maestra. Desde los
dos extremos de la sala, se juntan adornos cualesquiera, elevaciones armónicas.
El muro frontera a quien vela insomne es una sucesión psicológica de secciones
de frisos, de bandas atmosféricas y de accidencias geológicas. —Sueño intenso y
rápido de grupos sentimentales con seres de todos los caracteres entre todas
las apariencias.
III
Las lámparas y las alfombras de la velada hacen el
ruido de las olas, por la noche, a lo largo del casco y en derredor del
steerage.
El mar de la vigilia, como los senos de Amelia.
Las tapicerías, hasta media altura, sotos de
encaje, teñido de esmeralda, donde se arrojan las tórtolas de la vigilia.
La placa del fogón negro, reales soles de las
playas: ¡ah!, pozos de magias; sola visión de aurora, esta vez.