Por: Ian Chávez
Recientemente, Annie Ernaux ganó el Premio Nobel de Literatura. Muchas
personas se llevaron una gran sorpresa al enterarse que la escritora francesa fue condecorada con uno de los máximos premios literarios, debido a que no todos
sabían quién era Annie Ernaux, qué había escrito y por qué la academia sueca
decidió darle el premio a ella.
Horas antes de anunciar a la ganadora, la escritora Ellen Mattson, quien
era parte del comité del Premio Nobel, contestó preguntas frecuentes sobre cómo
se selecciona a un escritor o una escritora para nominarlos a dicho premio. En
palabras generales, Ellen respondió que lo más importante para que un artista fuera nominado, era indispensable contar con una obra sobresaliente que demostrara una magnífica habilidad para la escritura y que, a su vez, hiciera sentir a los
lectores algo que ningún otro escritor o escritora les había hecho sentir
antes. Mattson mencionó que el comité buscaba lo mismo que los artistas
románticos: “la chispa divina”.
Aunque la calidad es uno de los factores indispensables para nominar a un
escritor al Nobel, también importa mucho en cómo la obra del artista influyó en
su época. En este sentido, la academia sueca le otorgó a Annie Ernaux el premio
“por la valentía y la agudeza clínica con la que descubre las raíces,
distanciamientos y las limitaciones colectivas de la memoria personal” y también
por ser una gran precursora de la Nouveau Roman.
La Nouveau Roman fue grupo de escritores franceses de mitad del siglo XX[1].
El término fue acuñado por Émile Henriot, en su artículo que fue publicado en
el diario Le Monde, el 22 de mayo de 1957, el cual se tituló: “Le nouveau
roman: La Jalouise d’Alain Robbe-Grillet, Tropismes de Nathalie Sarraute”.
En dicho texto, Émile Henriot utilizó el término nouveau roman en
minúsculas para referirse, de manera peyorativa, a los intentos literarios que
diversos escritores utilizaron para rechazar y contraponerse a las normas de la
escritura de la novela “tradicional”.
Esta contraposición de los artistas de la Nouveau Roman consistía en revisar y criticar los elementos de lo que se consideraba la novela burguesa, como es el caso de las obras de Marcel Proust, Balzac o incluso Jane Austen, puesto que esa literatura no reflejaba una realidad de la vida cotidiana de las personas obreras o campesinas. Asimismo, los escritores de la nueva novela francesa buscaban no ahondar en la psicología de los personajes o narrar a través de metáforas rebuscadas. Tampoco les interesaba utilizar un narrador omnisciente que permitía recrear toda la atmósfera literaria.
Ellos preferían reflejar el mundo desde el individuo, tomando como base narrativa la biografía o la autobiografía. De esta manera, no se buscaba crear todo a través de la imaginación, sino desde la objetividad, utilizando a los objetos como un recurso de la memoria. Así, las fotografías, las casas, las calles, los muebles o las fábricas, eran medios por los que los escritores podían contar una historia.
Han pasado varios meses desde que, en noviembre, empecé este relato. Me ha llevado mucho tiempo porque poner al día hechos olvidados no me resultaba tan fácil como inventar. La memoria se resiste. No podía contar con los recuerdos que me trajera el chirriar de la campanilla de una tienda vieja o el olor del melón demasiado maduro, porque en esas cosas solo me encuentro a mí misma; y mis vacaciones de verano en Y…; el color del cielo, el reflejo de los álamos en el Oise cercano no tenían nada que enseñarme. Es en la manera en que la gente se sienta y se aburre en las salas de espera, se dirige a sus hijos o se dice adiós en los andenes de las estaciones, donde he buscado el rostro de mi padre. En esos seres anónimos con que tropiezo en cualquier parte, portadores sin saberlo de signos de entereza o de humillación, he vuelto a encontrar la realidad olvidada de su condición.
Annie Ernaux. El Lugar.
No obstante, la historia que era contada no se enfocaba en las grandes
hazañas del personaje o en un realismo que reflejaba todo un pueblo que padecía
dificultades monetarias o sociales. Los escritores de la Nouveau Roman[2]
abandonaron la colectividad para enfocarse en el sujeto, en su intimidad, en su
realidad y cómo su individualidad mostraba sus problemas sociales y económicos
que conformaban toda una estructura desigual y contradictoria: estamos juntos
pero separados.
Para lograr este propósito estético, los nouveaux romanciers utilizaron la
écriture plate (que podría traducirse como escritura llana o escritura plana) para
contar las cosas como si alguien estuviera teniendo una conversación normal con
la familia, los amigos o compañeros del trabajo. Así, las noticias que se daban
dentro de la nueva novela francesa, debían ser similares a una anécdota común y
cotidiana.
En este sentido, Annie Ernaux utilizó la écriture plate para narrar la vida
de su padre en la novela El Lugar: “Nada de poesía del recuerdo, nada de
alegre regocijo. Una forma de escribir plana es la que me resulta natural, la
misma que empleaba en otro tiempo para escribir a mis padres y contarles las
noticias más importantes”.
De este modo, Annie Ernaux reflejó la vida de su padre desde su nacimiento
hasta su muerte. El estilo que utilizó para narrar El Lugar se acerca
más a una narración objetiva, que no busca ahondar en los aspectos psicológicos
de su padre y madre, debido a que no sabía lo que pensaban ni tampoco conocía
por qué actuaban de esa manera. Incluso, en dicha obra, se encuentran muchas
frases sólo para representar lo que sus padres consideraban como cierto y que
no cabía duda al respecto: “Éramos felices a pesar de todo. Teníamos que serlo”
“Para trabajar en la tienda no hacen falta las ideas” o “Había gente que estaba
peor que nosotros”.
El lenguaje para la escritora francesa era algo muy importante, porque mostraba
cómo se alejaba de la comunicación con sus propios padres, pues su ascenso
económico y social no se trataba de dinero, sino de aprender inglés, de saber
palabras en un francés rebuscado, de saber sobre arte, de asistir a la
biblioteca, de ampliar una visión de la vida que antes no tenían, por eso
Ernaux escribió que “todo lo que tiene que ver con el lenguaje es, en mi
recuerdo, motivo de resentimiento y de dolorosas discusiones, mucho más que lo
relacionado con el dinero”.
Así, Annie realizó una crítica social sin necesidad de ahondar desde la
reflexión interna de un personaje, sino sólo mostrando su cotidianidad y su
realidad tal como la hacían los nouveaux romanciers. Sin embargo, esta crítica no
sólo la dirigió a la sociedad, también a la literatura burguesa, puesto que, en
su obra, en diversas ocasiones, mencionó el clasismo que existe en la prosa de
Proust:
El patois había sido la única lengua de mis abuelos. Hay gente que aprecia lo “pintoresco del patois” y del “francés popular”. A Proust, por ejemplo, le encantaba subrayar las incorrecciones y las palabras antiguas que utilizaba Françoise. Lo estético es lo único que le importa, porque Françoise es su criada, no su madre. Pero él no sintió nunca cómo esos giros le venían espontáneamente a los labios.
Annie Ernaux. El Lugar.
Con estos ejemplos de su narrativa, la escritora francesa ha mostrado los
problemas del individuo y, a su vez, los problemas estructurales y culturales
que han existido en la sociedad francesa de finales del siglo XIX y del siglo
XX. Por dichos motivos, la ganadora al Nobel de Literatura mencionó en una
entrevista que realizó Aloma Rodríguez en 2019, que, aunque la gente crea que
no exista relación en las cosas mínimas que hace el individuo, toda acción
tiene una influencia política que fue adquirida desde la colectividad, ya sea a
través de la familia o por medio de la sociedad y esto impacta directamente al
mundo. No por nada, la escritora mencionó lo siguiente: “Los acontecimientos y
la política tienen influencia en nuestra vida, incluso aunque no nos interesen”.
Así, narrando aquellos acontecimientos de su vida y de su familia, Annie
Ernaux logró realizar una crítica profunda a la sociedad francesa. Tal vez por
ese motivo, la academia sueca le otorgó el premio “por la valentía y la agudeza
clínica con la que descubre las raíces, distanciamientos y las limitaciones
colectivas de la memoria personal”.
[1]
Hannah Freed-Thall menciona en su artículo “Suspicion and Novelty: The Nouveau
Roman” que los escritores que formaban parte de la Nouveau Roman, nunca
presentaron ningún manifiesto ni tampoco se consideraban un colectivo oficial.
Lo único que los unía era un estilo literario y que publicaban en Les Éditions
de Minuit durante las décadas de 1950 y 1960: “The nouveau roman was not, in
fact, a cohesive movement. Its
‘members’ never penned a manifesto and could not be considered a collective in
any official sense. Instead, the nouveau roman might be most accurately
described as a loosely knit group of writers -novelists who also wrote essays,
plays and films- who were all published by Les Édition de Miniuit during the
1950s and 1960s. These included Alain Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute, Michel
Butor, Claude Simon, Robert Pinget and Marguerite Duras”
[2] Hannah Freed-Thall menciona en su
artículo “Suspicion and Novelty: The Nouveau Roman” lo siguiente: “The nouveau
roman may dissolve the bourgeois strictures of character –as monadic
individual, complete with first and last name– but it does not do away with
subjectivity. Instead, it manifests an intense self-absorption: the novel gazes
in on itself just as its characters do. Indeed, a feature that allies writers
as different as Beckett, Robbe-Grillet, Claude Simon and Nathalie Sarraute is
the saturation of clock time by lived, subjective time. It is often impossible
to tell in works like Beckett’s Unnamable (1953), Robbe-Grillet’s La Jalousie (1957),
Simon’s La Route des Flandres (The Flanders Road, 1960) and Sarraute’s Vous les
entendez? (Do you hear them?, 1972) if what is being narrated is taking place
inside or outside the characters’ minds. Each of the new novelists experiments
with the line between subjective and objective reality, drawing the reader
through the looking glass into a world of obsession and fantasy”.