Hermann Hesse (1877-1962) fue un
escritor internacionalmente reconocido por su estilo narrativo y poético que es
profundo y filosófico. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1946, aunque antes
del galardón ya era considerado un artista sumamente importante por reflexionar
sobre el misticismo oriental, la complejidad temática del yo y otros temas.
Pensar la religión siempre fue un
aspecto importante en su vida, debido a que su padre era un antiguo misionero y,
en consecuencia, el joven Hesse ingresó a un seminario que, tiempo después,
abandonaría.
En su juventud trabajó de librero
y de periodista. No obstante, su tranquilidad se vio interrumpida por la
explosión de la Primera Guerra Mundial. Situación que lo hizo buscar refugio en
Suiza y convertirse en ciudadano de dicha nación en 1923.
La guerra y diversas tragedias
familiares, lo convirtieron en un hombre calmado, desilusionado y
desesperanzado, por lo que intentó encontrar un espacio de paz y de reflexión
en la literatura, la poesía y la filosofía.
Dentro de su obra resaltan los
libros Peter Camenzind, El lobo estepario, Demian y Siddhartha.
En estos textos se encuentran grandes reflexiones sobre los valores que
constituyen a la sociedad occidental y oriental, así como un análisis del ego
que puede corromper a las personas de una manera sencilla.
Los temas de su obra son tan
complejos que hasta el día de hoy se siguen estudiando.
Lamentablemente, Hermann Hesse
murió durmiendo un 9 de agosto de 1962, a causa de una hemorragia cerebral.
Para recordar a este gran escritor,
compartimos 5 reflexiones sobre el amor que fueron obtenidas de diferentes
libros:
1. Hermann Hesse. Escritos sobre literatura II
Hoy día nos parece, no ya
posible, sino normal y correcto que un hombre sensato, inteligente y vital
dedique todas sus dotes y fuerzas a ganar dinero o que las ponga al servicio de
un partido político; lo que a nadie se le pasaría por la mente es que dedicara
esas dotes y fuerzas a las mujeres y al amor. Desde la burguesísima América hasta
el rojísimo socialismo soviético, en ninguna concepción filosófica verdaderamente
«moderna» tiene el amor otro papel que el de mero factor secundario del placer,
para cuya regulación son suficientes unas cuantas reglas de higiene.
2. Hermann Hesse. Prosa y folletos póstumos
Es un curioso secreto de la
sabiduría de todos los tiempos, pero un secreto muy sencillo, que cualquier
entrega desinteresada, cualquier participación, todo amor nos enriquece,
mientras que todo esfuerzo por adquirir posesiones y poder resta fuerzas y empobrece.
Esto lo sabían y enseñaron los hindúes, y más tarde los sabios griegos y luego
Jesús y desde entonces miles de sabios y poetas cuyas obras sobreviven a los tiempos,
mientras que los reinos y reyes de su época pasaron y cayeron en el olvido. Igual
da que estés con Jesucristo o con Platón, con Schiller o con Spinoza: en cualquiera
de ellos la sabiduría última es que ni el poder, ni los bienes, ni el conocimiento
traen la dicha, sino sólo el amor. Todo desinterés, toda renuncia por amor,
toda compasión activa, toda renuncia a sí mismo parece que es entregar, privarse
de algo, y sin embargo es enriquecerse y engrandecerse y es el único camino que
lleva hacia adelante y hacia arriba. Es una vieja canción y yo soy mal cantor y
peor predicador, pero las verdades no envejecen y son siempre y en todo lugar verdaderas,
ya sean predicadas en el desierto, cantadas en versos o impresas en un periódico.
3. Hermann Hesse. El lobo estepario
Aprendí ante todo que los
pequeños juguetes, las cosas de moda o de lujo no son sólo chucherías y
cursiladas, ni sólo un hallazgo de los fabricantes y comerciantes ansiosos de
ganar dinero, sino que son legítimos, bellos, diversos, un mundo pequeño, o más
bien grande, de cosas cuyo único fin es el de servir al amor, refinar los
sentidos, hacer revisar el mundo muerto que nos rodea y dotarle mágicamente de nuevos
órganos para el amor, desde los polvos y el perfume, hasta el zapato de baile, desde
el anillo a la pitillera, desde la hebilla del cinturón hasta el bolso. Ese
bolso no es un bolso, el monedero no es monedero, las flores no son flores, el
abanico no es abanico, todo es materia plástica del amor, de la magia, del
estímulo, es mensajero, contrabandista, arma, grito de batalla.
4. Hermann Hesse. El lobo estepario
Es imposible el amor al prójimo
sin amarse a uno mismo. El odio a uno mismo es exactamente igual que el egoísmo
desaforado y, al final, produce el mismo aislamiento espantoso y la misma
desesperación.
5. Hermann Hesse. Escritos sobre literatura I
Es maravilloso el amor, también
en el arte. Es capaz de conseguir lo que toda la educación, todo el intelecto y
toda la crítica no consiguen: une las cosas más alejadas y yuxtapone lo
antiquísimo y lo más reciente. Supera el tiempo al relacionar todas las cosas
con su propio centro. Sólo él da seguridad, sólo él tiene razón porque no pretende
tenerla.
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