La mirada del querer es impura y
distorsiona. Sólo cuando no queremos nada, sólo cuando nuestra mirada es mera
observación, se abre el alma de las cosas: la belleza. Cuando observo un bosque
que quiero comprar, o talar, o hipotecar, no veo el bosque, sino sus relaciones
con mi querer. Pero si no quiero nada de él y sólo dirijo mi mirada «distraída»
a su verde profundidad, entonces es bosque, naturaleza y vegetación; entonces
es hermoso.
Hermann Hesse. Betrachtungen.