LA ALQUIMIA DEL
ESCRITOR
DISCURSO DEL
PREMIO NOBEL DE LITERATURA
Sin tener facilidad de expresión,
ni dominio de la oratoria, ni ningún conocimiento de la retórica, deseo
agradecer este premio a los administradores de la generosidad de Alfred Nobel.
Ningún escritor que conozca a los
grandes autores que no han recibido este homenaje, puede aceptarlo con otra
cosa que humildad.
No es preciso citar a estos
escritores. Cada uno de los presentes puede hacer su propia lista de acuerdo
con sus conocimientos y su conciencia.
Sería excesivo que yo pidiera al
embajador de mi país leer un discurso que dijera todas las cosas que están en
mi corazón. Ellas no serían inmediatamente discernibles en su escritura, y a
veces esto es afortunado para el autor, pero con el tiempo se develan por
entero, y es por estas cosas, y por un grado de alquimia que el escritor posee,
que sobrevivirá o será olvidado.
En el mejor de los casos, la vida
de un escritor es solitaria. Las instituciones pueden aliviar esta dolencia,
pero nunca mejoran su obra. Su estatura pública crece conforme se deshace su
soledad, y a menudo su obra se deteriora.
Porque hace su obra solo, y si es
un escritor lo suficientemente profundo, debe encarar cada día la eternidad o
la falta de ella. Para el verdadero creador cada libro debe ser un nuevo
principio, en el que proponga nuevamente algo que está más allá de toda
capacidad.
Debe intentar aquello que nunca
se haya hecho o que otros emprendieron sólo para fracasar. Entonces, algunas
veces, con gran suerte, tendrá éxito.
Qué sencillo sería hacer
literatura si sólo fuera necesario narrar de otra manera lo que se ha escrito
bien, pero ya que hemos tenido tan grandes autores en el pasado, un escritor
está obligado a avanzar mucho más allá, ingresando en un espacio donde nadie
podrá ayudarlo.
He hablado demasiado para un
escritor. Un escritor tiene que escribir lo que debe decir, y nunca hablar de
ello.
ERNEST HEMINGWAY