LA
REINA DE CARTAGO
Brutal amar,
más brutal morir.
Y brutal más allá del alcance de la justicia
morir de amor.
Al final, Dido
convocó a sus damas de honor
para que vieran
qué duro destino le habían impuesto las Parcas.
Dijo: «Eneas
vino a mí sobre las resplandecientes aguas;
yo le pedí a las Parcas
que le permitieran corresponder a mi pasión
aunque fuera por un tiempo breve. Qué diferencia
entre aquello y toda una vida: en verdad, en esos
momentos
es lo mismo, ambas cosas son la eternidad.
Recibí un espléndido regalo
que intenté aumentar, prolongar.
Eneas vino a mí sobre las aguas: el principio
me cegó.
Ahora la reina de Cartago
aceptará el sufrimiento como aceptó él la gracia:
que las Parcas te hagan caso
es una distinción, después de todo.
O habría que decir: honrado el deseo,
ya que las Parcas también se llaman así».
LOUISE GLÜCK