Ingeborg Bachmann fue una poeta austriaca, que nació en 1926, en Klangenfurt. A los trece años la poeta presenció cómo los soldados alemanes ocuparon la ciudad en donde nació y, a los 18 años, fue obligada a renunciar a sus estudios universitarios para convertirse en profesora de educación básica. Esto lo hizo para que no fuera enviada a Polonia e hiciera un servicio con actividades bastante cuestionables durante la Segunda Guerra Mundial.
Aunque ella no compartía las ideas nazis, para salvarse, tuvo que enseñar una educación de ese tipo a los niños. Asimismo, como educadora, fue enviada junto con los niños, a cavar trincheras mientras los rusos bombardeaban su ciudad.
En Diario de Guerra, narra cómo estaba harta de la violencia militar y de ocultarse en el búnker. Así que, cuando caía una bomba rusa, se sentaba en el césped para encontrar un lugar acogedor para morir.
Por fortuna, sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, pero los soldados británicos volvieron a adentrarse a Klangenfurt para buscar personas que fueran fervientes seguidores del nacionalsocialismo.
Ingeborg se enamoró de Jack Hamesh, un soldado que era judío y con quien comenzó una relación, aunque esta relación era mal vista por ciertas personas de su comunidad, porque a pesar de que decían que no apoyaban las ideas nazis, en el fondo sí lo hacían.
Su amor no duró mucho, debido a que Jack debía ir a Palestina a ayudar a los judíos que se refugiaban en esa nación.
Con el paso de los años, Bachmann se enamoró de Paul Celan, pero su relación no funcionó. Después, formalizó una relación con Max Frisch. Sin embargo, su amor era muy frío e intermitente.
En sí, la vida de Ingeborg Bachmann estuvo repleta de traumas de la guerra y de dolor por los diferentes desamores. Y esto se observa en su poesía, que es cruda, directa, que cuestiona el lenguaje, la existencia de Dios y un posible futuro digno.
Fue muy exitosa en Austria y Alemania, pero esto no fue suficiente, los traumas que tenía la hicieron tomar una gran cantidad de barbitúricos y, aunque su muerte no se sabe con exactitud, se cuenta que un 17 de octubre de 1973 estaba en Roma, prendió un cigarro, y debido a la gran cantidad de barbitúricos que había ingerido, el cigarro se le cayó y se incendió el lugar donde habitaba, ocasionando que la poeta muriera quemada.
NO SÉ DE NINGÚN MUNDO MEJOR
Quien sepa de un mundo mejor, que dé un paso al frente.
Solo, ya no en bravura, y esta saliva sin quitar
esta saliva, llevarla en la cara
como si se fuera a la coronación, y esto recompensado, se va a la comunión,
y entre hermanos. El conejo débil,
la rata y los que se caen, todos ellos,
no solos, más, un susto sí,
el sueño del regreso
en el sueño del armamento, en el sueño
del regreso.
SE ME HAN EXTRAVIADO LOS POEMAS
Se me han extraviado los poemas.
Los busco en todos los rincones de la habitación.
Por el dolor, no sé cómo anotar
un dolor, ya no sé nada de nada.
Sé que no se puede hablar así, sin ton ni son,
ha de ser más mordaz, una metáfora picante.
tendría que ocurrírsele a uno. Pero con el cuchillo en la espalda.
Parlo e tacio, parlo, me fugo en un idioma
en el que sale hasta algo español, los toros y
los planetas, se puede escuchar quizá aún
en un viejo disco robado. Con algo de francés
también va, tu es mon amour depuis si longtemps.
Adiós, palabras bonitas, con sus profecías.
Por qué me han abandonado. ¿No estaban a gusto?
Las he depositado junto a un corazón, de piedra.
Realicen allí para mí, Aguanten allí, realicen allí para mí una obra
QUÉ DIFÍCIL ES PERDONAR
Qué difícil es perdonar,
un trabajo tan lento y arduo,
que me ocupa a mí sola,
desde hace tantos años.
El odio me ha enfermado,
estoy desfigurada, estas pústulas
me impiden dejarme ver
entre la gente.
Sólo sé que no debo
seguir odiando así
no desear tu muerte,
la que no deseo en absoluto,
o por mi mano,
He aprendido que hay que
amar a sus enemigos, y
esto es tan fácil, ya que
cómo me van a poder hacer
mis enemigos algo peor que mal.
Cuando una bala se extravía,
cuando alguien me escupe en la cara,
como ayer, no tengo reparos
contra el amor que me han prescrito.
Le tengo miedo al amor que,
con la intención más cruel,
me has infundido tú.
Toda disgregada por ácidos cortantes,
por todo este arsénico, el opio,
toda aturdida por mi destrucción.
Como ya no vivo en ti,
y ya estoy muerta, dónde estoy.
Contar los barrotes, aguardar,
comer dos veces al día, luego
hacer las necesidades,
mendigar por recursos
que me sumergen durante años en un sueño.
NOCHE DE AMOR
En una noche de amor después de una noche larga
he vuelto a aprender a hablar y lloré
porque salió una palabra de mí. He vuelto a aprender a andar,
fui hasta la ventana y dije hambre y luz
y noche me pareció bien para luz.
Después de una noche demasiado larga,
he vuelto a dormir tranquila,
confiando en
Hablé con más ligereza en la oscuridad,
seguí hablando durante el día.
Moví mis dedos en mi cara,
Ya no estoy muerta.
Un arbusto del que salió fuego, en la noche.
Apareció mi vengador y se denominó vida.
Yo incluso dije: déjame morir, refiriéndome,
sin miedo, a mi muerte más querida
MIS GRITOS LOS PIERDO
Mis gritos, los pierdo
como otro pierde
su dinero, sus monises,
su corazón, mis gritos
grandes, los pierdo en
Roma, en todas partes, en
Berlín, pierdo en
las calles gritos,
verdaderos, hasta que
mi cerebro se llena de sangre
por dentro, lo pierdo todo,
tan sólo no pierdo
el pavor de que
uno pueda perder sus
gritos, cada día y
en todas partes