POR LA SENDA DE SAN ROMANO
La poesía se hace en la cama como el amor
Sus sábanas deshechas son el albor de las cosas
La poesía se hace en los bosques
Ella tiene el espacio que precisa
No este sino ese otro que condicionan
El ojo del milano
El rocío en la cola de caballo
El recuerdo de una botella de Traminer empañada en
una bandeja de plata
Una larga vara de turmalina en el mar
Y el camino de la aventura mental
Que asciende escarpado
Después de un alto se enmalece en seguida
Pero esto no es algo que se pregone a los cuatro
vientos
No conviene en absoluto dejar la puerta abierta
Ni llamar a testigos
Los bancos de peces las bandadas de carboneros
Los raíles a la entrada de una gran estación
Los reflejos de las dos riberas
Los surcos en el pan
Las burbujas del riachuelo
Los días del calendario
El hipérico
El acto amoroso y el acto poético
Son incompatibles
Con la lectura en voz alta del periódico
La orientación del rayo de sol
El fulgor azul que religa los hachazos del leñador
El hilo de la cometa en forma de corazón o de nasa
El batir acompasado de la cola de los castores
La diligencia del relámpago
La lluvia de peladillas arrojadas desde lo alto de
una vieja escalera
La avalancha
La sala de los prestigios
Señores no es la Sala octava
Ni los vapores de la tropa en su cuadra un domingo
por la noche
Las figuras de danza ejecutadas con transparencia
por encima de los charcos
El contorno del cuerpo de una mujer contra una
pared al lanzarle cuchillos
Las volutas claras del humo
Los rizos de tus cabellos
La curva de la esponja de las Islas Filipinas
Los entrelazados de la serpiente coral
La entrada de la hiedra en las ruinas
Ella tiene todo el tiempo por delante
El abrazo poético como el abrazo carnal
Mientras dura
Nos impide escapar a la miseria del mundo
ANDRÉ BRETON