En el libro El oficio: Un escritor, sus colegas y sus obras, Philip Roth comparte una
entrevista que tuvo con Milan Kundera durante la década de 1980. Las temáticas
que trataron en esta conversación fueron la política, el totalitarismo, los
procesos de escritura y sobre la obra El libro de la risa y el olvido.
En este libro, Kundera trata un tema que muy pocos conocen sobre Paul Éluard:
el poeta dejó al grupo de los surrealistas para convertirse en un rapsoda del
totalitarismo. Incluso el escritor checo cuenta la anécdota de que cuando
condenan al amigo de Éluard a morir en la horca, el poeta no se opuso ni tampoco
ayudó a su camarada, porque lo más importante para él, en aquella época, era
que el comunismo continuara en ciertas partes de Europa.
Después de la guerra, Éluard abandonó las filas del surrealismo para convertirse en el mayor exponente de lo que podríamos llamar «poesía del totalitarismo». Cantó la fraternidad, la paz, la justicia, el mañana mejor, la camaradería, en contra del aislamiento, a favor de la alegría y en contra del pesimismo, a favor de la inocencia y en contra del cinismo. Cuando, en 1950, los dirigentes del paraíso sentenciaron a un amigo suyo, el surrealista Závis Kalandra, a morir en la horca, Éluard no se permitió ningún sentimiento de amistad: se puso al servicio de los ideales suprapersonales, declarando en público su conformidad con la ejecución de su camarada. El verdugo matando, el poeta cantando.
Milan Kundera
En este sentido, Kundera muestra cómo, en ocasiones, las acciones de un poeta
comprometido, pueden estar más al servicio de un sistema político que a la
misma generación de la libertad a través de la escritura. Por esta razón, la poesía
comprometida tiene muchas caras de la moneda donde el escritor no siempre busca
respetar la libertad del otro, sino enterrarla o someterla a ciertas posturas
políticas.
Lamentablemente, este tipo de arte siempre es controlado por los organismos
gubernamentales del poder totalitario en turno, y es parte de fundamental de su
discurso para crear el supuesto paraíso al que se puede llegar. Por tal motivo,
la función de artistas al servicio del totalitarismo es parte fundamental para
el control social y para la comunicación externa con otras naciones. Por esta
razón, Milan Kundera declara que “el infierno ya está contenido en el sueño del
paraíso”.
El paraíso, para Kundera, es la ambivalencia surrealista de lo
bello-horrible. Es decir, por cada cosa que se considere bella, contiene una parte
de maldad que forma su esencia. Por tanto, la poesía de Éluard puede contener
aspectos de ternura que recuerdan a la muerte de su esposa, como es el caso del
poema “El Ave Fénix”. Sin embargo, se olvida que una parte de la personalidad y
de la poesía de Éluard está fuertemente vinculada con la idea del
totalitarismo, del gulag y de la propaganda política.
En este sentido, Kundera terminó el argumento de Paul Éluard con lo siguiente:
Hoy, no hay en el mundo nadie que no rechace de modo inequívoco la noción del gulag, pero todavía queda mucha gente que se deja hipnotizar por la poesía totalitaria y se pone en marcha hacia nuevos gulags al son de la misma canción lírica que entonaba Éluard mientras planeaba sobre Praga como un gran arcángel del lirismo, con el humo del cadáver de Kalandra elevándose al cielo desde la chimenea del crematorio.
Milan Kundera