Clipperton: "La Isla de la Pasión", de Laura Restrepo | MÁS LITERATURA

 

Laura Restrepo Portada


Por: Karla Portela Ramírez*

Antes de que el petróleo se estableciera como el eje central de nuestras economías -el principal recurso natural para la producción de combustibles que mueven nuestras máquinas-, tuvieron lugar otros casos de explotación de recursos naturales que desencadenaron tremendos fenómenos geopolíticos con sus respectivas implicaciones ecológicas y sociales. Dos de estos casos son el caucho y el guano.  En el primero de ellos, se habla de dos auges distintos de explotación: “la fiebre del caucho”, ocurrida entre 1879 y 1912; y, un segundo auge que se extendió desde 1942 hasta 1945, paralelamente a la Segunda Guerra Mundial.

Con relación a la explotación de guano, y previo al lance del caucho, se identifica en nuestra historia como humanidad la llamada “era del guano”, que corre de 1804 a 1884. El guano es un sustrato natural que se recolecta del excremento de murciélagos y de algunas aves marinas, como los pájaros bobo; está compuesto de fósforo, nitrógeno y potasio, sustancias altamente nutritivas para el crecimiento de las plantas. De manera que el guano contiene un gran poder fertilizante que en su momento lo convirtió en codiciado abono para la agricultura. 

Así, a finales del siglo XIX encontrar un depósito de guano representaba el descubrimiento de un gran tesoro. La competencia por el acceso al guano enfrentó bélicamente a países sudamericanos como Chile, Perú y Bolivia, aunque esta disputa fue impulsada por el capital de Estados Unidos de América e Inglaterra; igualmente impactó en la apertura del Océano Pacífico al comercio global, lo que a su vez detonó una serie de desventuras como la colonización de islas ricas en el fertilizante, entre ellas la Isla de la pasión, el escenario de la novela escrita por la colombiana Laura Restrepo, motivo de esta reseña.

Se trata de una isla pequeña que en realidad es un atolón, una isla de forma anular con una laguna interior que comunica con el mar por pasos estrechos; ubicada en el Océano Pacífico, mide alrededor de 5 kilómetros de longitud y 2 kilómetros de diámetro. Se encuentra aproximadamente a 1,200 kilómetros del puerto de Acapulco y se desconoce si fue habitada por alguna etnia o tribu durante la época prehispánica.  

La Isla de la Pasión fue descubierta en 1527 por el explorador español Álvaro de Saavedra y bautizada con ese nombre por otros navegantes, aunque Laura Restrepo en su novela adjudica a Fernando de Magallanes tal nombramiento, lo cual es imposible dado que este militar y explorador portugués falleció en 1521. Como su descubridor era de nacionalidad española fue integrada al territorio de España y posteriormente heredada a México cuando éste se independizó.


La Isla De Clipperton Localización


Actualmente es conocida como Isla de Clipperton, porque en el siglo XVIII, al parecer en 1705, arribó a sus costas un pirata inglés llamado John Clipperton, quien descubrió en ella un tesoro, no de oro sino de guano. En la isla vivía una gran colonia de pájaros bobo que con sus excrementos la convertían en un abundante y codiciado depósito de fertilizante natural. Sin embargo, debido a que John era pirata, Inglaterra no pudo hacer ningún tipo de reclamo sobre la isla; a diferencia de Francia, que sostenía haber tomado posesión de la Isla de la Pasión el 17 de noviembre de 1858 gracias al teniente francés Víctor Le Coat de Kerveguen.

Derivado de lo anterior, Francia y México se disputaron el dominio del atolón durante el siglo XIX, contienda a la que se sumó Estados Unidos de América a causa del potencial fertilizante de la isla. Por azares del destino que no corresponde aquí descifrar, México y Francia acordaron someterse a la voluntad del entonces rey de Italia, Víctor Manuel III, quien decidiría a quién pertenecería la isla. El veredicto tardó en llegar dos décadas, tiempo durante el cual la Pacific Island Company recibió concesión para la explotación del guano. De esta forma, en 1906 la isla fue habitada aproximadamente por 100 personas, entre ellos ingenieros, militares, trabajadores y las familias de estos. Asimismo, para el control de la isla el gobierno mexicano nombró a Ramón Arnaud, militar mexicano de origen francés, como su gobernador.

Aparentemente todo marcharía bien, en orden, pero la explotación de esta materia prima resultó insostenible por razones hasta cierto punto superficiales como las condiciones orográficas de la isla, y principalmente por causas de mayor peso: Clipperton despertó intereses políticos relacionados con el proyecto de la construcción del Canal de Panamá. Situación que fue resuelta cuando el rey italiano antes mencionado, arbitrariamente otorgó a Francia el poder de la isla. Aunque la existencia de la misma estaba contemplada como parte del territorio mexicano en las constituciones de 1824, 1857 y 1917, en 1934 se modificó la Constitución y se quitó a Clipperton. Acto seguido, Francia estableció una pequeña base militar en el atolón, que desmantelaría en 1944. Hoy día la isla es visitada únicamente por aventureros, investigadores y empresas que pretenden explotar sus recursos naturales, quienes pueden observar en ella el ondear de la bandera gala.

Sin duda la historia de esta isla es interesante por sí misma, pero su riqueza consiste en las vidas humanas que le protagonizan. Más allá de la fría descripción del descubrimiento de la isla y de los sucesos políticos derivados del hallazgo de su depósito de guano, o por debajo de todo esto corre la historia de individuos, hombres y mujeres, adultos y niños, embargados de emociones ambivalentes como tristeza y alegría, entusiasmo y depresión, placer y dolor por igual. Clipperton es una isla que despierta pasiones, es la Isla de la Pasión, en que cordura y locura caminan siempre tomadas de la mano y miran con ironía la agonía de sus habitantes. Al menos ésa es una de las sensaciones que deja la lectura de esta novela cuyo tema no es tanto un fragmento en la historia de México, sino el exilio. El exilio en que coinciden y comparten la autora, Laura Restrepo, y su personaje principal, Ramón Arnaud; ambos personas reales que en carne propia han vivido el destierro voluntario que guarda la incierta esperanza del retorno.


Ramón Arnaud y Alicia Rovira
Ramón Arnaud y Alicia Rovira


Laura Restrepo Casabianca nació el primer día de enero de 1950 en Bogotá, Colombia. Se graduó en Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes y posteriormente hizo un postgrado en Ciencias Políticas. Fue profesora de Literatura en la Universidad Nacional y del Rosario, ambas en su país natal. Se dedicó a la política y al periodismo, aunque suele ser reconocida por su escritura. Delirio, es considerada su obra fundamental, con la que en 2004 ganó el Premio Alfaguara de Novela y se dio a conocer al público hispanoamericano. Anteriormente, ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1997 de novela escrita por mujeres, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con la novela Dulce compañía. Ha sido merecedora además del Prix France Culture, premio de la crítica francesa a la mejor novela extranjera publicada en Francia en 1998, y del Premio Arzobispo Juan de San Clemente 2003, otorgado por los alumnos del Liceo de Santiago de Compostela a la mejor novela en lengua española.

En torno a su vida como periodista y en el ámbito de la política, en 1984 fue nombrada por el presidente Belisario Betancur miembro de la comisión negociadora de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla M-19. De esta experiencia nació su libro Historia de un entusiasmo, en que relata pormenores del primer proceso de negociación de paz, recibido con un entusiasmo tan grande como la desilusión que generó su desplome. A causa de esta publicación fue amenazada de muerte, por lo que decidió emigrar de Colombia. Vivió el exilio político durante cinco años entre México y España, a la vez que mantuvo contacto con el ala política del M-19 con la intención de crear un nuevo foro de negociaciones. Labor que concluyó en 1984 cuando dicha guerrilla insurgente abandonó las armas para convertirse en un partido de oposición legal, hecho que permitió a Restrepo regresar a su patria.

Durante sus estadías en México, la autora colombiana colaboró como columnista en el diario La Jornada y la Revista Proceso, además y principalmente para nosotros, lectores ávidos de novelas, durante ese periodo de exilio en tierras mexicanas escribió La Isla de la Pasión, que de una u otra forma refleja un profundo sentimiento de lejanía y aislamiento acompañados por la dulce posibilidad del regreso. Si bien, para la creación de esta obra, Restrepo entrevistó a familiares de antiguos habitantes de la isla e investigó en archivos de la Armada mexicana y de la norteamericana, los espacios vacíos, que no alcanzan a colmar los recuerdos orales de los vivos y lo asentado el papel por los ya muertos, son resarcidos por la imaginación de la escritora; en otros casos, incluye giros creativos que sorprenden y conmocionan al lector para aterrizar puntual y finalmente en la realidad, en los hechos históricos.

Laura Restrepo
Laura Restrepo


Por su parte, décadas antes vivió Ramón Arnaud, cuya vida ligada a la citada isla, es narrada por Restrepo en tres partes o momentos: Clipperton; Maroon; y, El último hombre. En la primera de ellas nos formamos una imagen sobre quién es Ramón Arnaud y cómo llegó a ser Gobernador de la Isla de Clipperton, qué había en la isla y cómo se vivía en ella. En el capítulo Maroon la situación se torna incierta, exige una decisión y el gobernador opta por lo que podríamos llamar “privilegios míseros”, los cuales pronto se invertirán, por buena o mala fortuna, en una “miseria privilegiada”. Por último, bajo el título El último hombre, se devela ante nosotros qué pasión se alojaba desde el inicio en lo más profundo del corazón de cada uno de nuestros personajes. A través de los diálogos y acciones relatados constatamos que Clipperton es una isla que despierta pasiones… Comprendemos y sentimos claramente por qué es más acertado llamar a este atolón, la Isla de la Pasión.

En la Ciudad de Orizaba, Veracruz, México se erige un momento dedicado a uno de los hijos próceres de la ciudad, el Capitán Ramón Nonato Arnaud Vignon. Descendiente de franceses radicados en México desde la Segunda Intervención Francesa, Ramón Arnaud nació el último día de agosto de 1879. Eligió la carrera militar, aunque por causas ajenas a su voluntad no logró ingresar al Heroico Colegio Militar. Debido a influencias de amistades en el ejército, ingresó como Sargento 1°. en el VII Regimiento de Caballería. No obstante, en el mismo año en que fue dado de alta desertó, por lo que fue aprehendido y enviado a la cárcel de Santiago Tlatelolco. Allí permaneció alrededor de 5 meses; destituido de su rango, fue reincorporado como soldado raso al XXIII Batallón de Infantería. Tras ser enviado a combatir la rebelión maya conocida como Guerra de Castas, recuperó su puesto anterior.

Obedeciendo órdenes superiores, Ramón Arnaud visitó en 1906 la isla de Clipperton con el propósito de recibir su encomienda en forma definitiva. Antes de establecerse en dicho lugar, fue enviado a Japón en una misión secreta, además de viajar a Estados Unidos de América para sostener conversaciones con la compañía que explotaba el guano en la isla. A su regreso, el gobierno porfirista lo designó encargado de la guarnición militar de la Isla de Clipperton. Inicialmente Arnaud protestó, consideraba que tal nombramiento significaba su destierro de México, tenía la impresión de que era un cobro por sus faltas, por la deserción que no había sido suficientemente recompensada con el tiempo que pasó en prisión. Fue el Coronel Abelardo Ávalos quien lo convenció de aceptar el cargo, argumentado que Francia reclamaba la soberanía de dicha isla y que Porfirio Díaz personalmente lo había escogido para hacer respetar lo intereses y prestigio de México en el conflicto con Francia porque él hablaba perfectamente español, francés e inglés.

Entre 1907 y 1908 se llevaron a cabo las acciones necesarias, como llevar a la isla materiales para construir la casa en que viviría el ahora Teniente Ramón Arnaud con su recién desposada Alicia Rovira Gómez, además de trasladar el menaje indispensable para que ella tuviese una vida digna en la isla, la vida propia de una señorita de la época, educada en el conocimiento de idiomas, lectura y música, todo ello evidentemente bajo el credo de la religión católica, la misma que profesaba el Teniente Arnaud. Así, el 27 de agosto de 1908 la pareja parte hacia la isla desde el puerto de Acapulco, para arribar en ella el domingo 30 de agosto de 1908. Claro está que aun cuando se trata en cierto sentido de su luna de miel, Ramón y Alicia no están solos, les acompañan algunas decenas de soldados con sus esposas e hijos, así como quien fungiría como la mano derecha de Arnaud, el Teniente Secundino Ángel Cardona Mayorga, seguido de su esposa Tirsa Rendón Hernández.

En Clipperton sólo había sal y agua podrida de la laguna, una numerosa colonia de pájaros bobo y su respectivo cúmulo de guano, junto a un cangrejerío omnipresente en la isla. Por lo que el gobierno mexicano se encargaría de enviar cada dos o tres meses un barco que les supliría de todo lo necesario para la supervivencia. Pronto el barco representaría para los nuevos habitantes el cordón umbilical que les mantendría con vida. Sin embargo, antes de ellos ya había seres humanos en Clipperton: los trabajadores de la compañía explotadora del guano, comandados por el alemán Gustavo Schultz. Un personaje, este último, fuera de lo normal, hombre-bestia cuyo destino se entrelazaría con el de Altagracia Quiroz, empleada de la familia Arnaud Rovira. Resalta igualmente entre esta población isleña Victoriano Álvarez, hijo ilegítimo del gobernador de Colima Manuel Álvarez, soldado de raza negra nombrado en Clipperton encargado del faro, responsabilidad que le mantendría aislado al tiempo que le revestía de una importancia particular. Por su simbolismo merecen mención especial, Juana Ramírez, la partera, y su esposo, Jesús Neri, el primer muerto en la isla, quienes nos recuerdan la presencia constante de los más sublimes dominios: vida y muerte.


Sobrevivientes de la Isla de Clipperton
Sobrevivientes de la Isla de Clipperton


Al interior de la isla: enfermedad, alumbramientos y muertes, nuevas vidas y despedidas, desastres de que emergen juramentos, promesas, compromisos consigo y con los otros, lealtad y honor, esperanza y frustración, solidaridad y violencia, intimidad y amistad, invasión y violación, duda y certidumbre, abandono y unión, soluciones demenciales y anhelo por vivir, sobrevivientes que con dignidad recuerdan y otros que prefieren olvidar… Al exterior de la isla: guerras, una revolución en México y una guerra a nivel mundial, la primera de ellas fue la perdición, la segunda, aun indirectamente fue la salvación. Ocho años han transcurrido, cuando el miércoles 18 de julio de 1917 a las 4 de la tarde cinco mujeres y nueve niños zarpan de Clipperton a bordo del buque de guerra Yorktown al mando del Comandante Harlan Page Perril.

Son pocos los sobrevivientes, aunque nadie ha muerto de soledad, de tedio ni de hambre; la batalla ha sido heroica y violenta, aunque no contra algún ejército extranjero que pretendiese apropiarse de la isla mexicana, la batalla librada fue contra nadie o en todo caso contra sí mismos, contra las pasiones que esta isla despierta. No todos los que arribaron a Clipperton en 1908 retornará a su vida anterior, en realidad tampoco los sobrevivientes lo harán, la isla les ha transformado física, mental y emocionalmente, todo ha cambiado en su interior y al exterior, en ellos y en México.

 

La Isla de la Pasión

Laura Restrepo Casabianca

Fecha de publicación: 1989

Editorial Alfaguara, 2006

 

*Karla Portela Ramírez. Asidua lectora por placer y por necesidad. En el asombro y curiosidad constantes dedica su vida a la filosofía. Esto le ha llevado a navegar entre las letras de Schopenhauer, la obra de John Dewey, las ideas de la Escuela de Frankfurt y el pensamiento filosófico de los pueblos originarios. Hoy día vive en Casa de la Filosofía y en cómplice compañía de su amado organiza filocafés y filmosofías, además de ofrecer asesoría filosófica a quien que desee profundizar en sí mismo. 


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