La vida de Edgar Allan Poe no fue sencilla. En su infancia perdió a sus
padres, posteriormente, fue educado por el acaudalado John Allan,
aunque nunca fue adoptado legalmente.
La relación con John Allan fue muy difícil, debido a que su padre adoptivo
fue muy estricto con él. Sin embargo, gracias a su fortuna, toda la familia
Allan se mudó a Inglaterra. En ese país, Poe logró estudiar en uno de los
internados con mayor prestigio en Chelsea. Aunque esto no duró por mucho
tiempo, porque los negocios de Allan no fueron tan fructíferos y, en
consecuencia, todos regresaron a Estados Unidos, en 1820.
Con el paso del tiempo, el padre adoptivo de Edgar Allan Poe obligó al
joven a estudiar leyes en la Universidad de Virginia, pero por su mal
comportamiento y por su problema con el alcohol, lo expulsaron.
Este tipo de situaciones no terminaron en la vida del escritor estadounidense, porque años más tarde, también perdería el empleo que John le había conseguido.
Después de varias peleas con su padre adoptivo, Edgar se independizó y viajó
a Boston. No obstante, su adicción por las apuestas lo hizo salir de Estados
Unidos para viajar a Grecia. Charles Baudelaire, en su ensayo “Edgar Allan Poe
su vida y sus obras”, habló de esta etapa un tanto desconocida del artista:
Unas desdichadas deudas de juego originaron una desavenencia pasajera entre él y su padre adoptivo, y Edgar —hecho de los más curiosos y que prueba, pese a lo que se ha dicho, una dosis de caballerosidad muy grande en su impresionable cerebro—concibió el proyecto de tomar parte en las guerras de los helenos y de ir a luchar contra los turcos. Partió, pues, hacia Grecia. ¿Qué fue de él en Oriente? ¿Qué hizo allí? ¿Estudió las costas clásicas del Mediterráneo? ¿Por qué le encontramos nuevamente en San Petersburgo, sin pasaporte, comprometido, y en qué clase de asunto, obligado a recurrir al ministro americano, Henry Middleton, para librarse de la sanción rusa y volver a su casa? Se ignora; existe ahí una laguna que él sólo hubiese podido llenar. La vida de Edgar A. Poe, su juventud, sus aventuras en Rusia y su correspondencia han sido anunciadas largo tiempo por los periódicos americanos, pero no han aparecido nunca.
Charles Baudelaire
Luego de este extraño suceso, Poe regresó a su país en 1829, y
decidió enlistarse al ejército, pero no duró mucho en la vida castrense, porque
era considerado un hombre indisciplinable.
Durante esta época, murió la esposa de John Allan. Posteriormente, su padre
adoptivo se casó con otra pera persona y tuvo hijos. En
consecuencia, Poe fue excluido del testamento. Por
tanto, su vida se convirtió un tanto solitaria y se enfrentó a grandes
problemas económicos.
En esos años, el artista se convirtió en soldado nuevamente y trabajaba de
lo que podía. Sin embargo, un día, Edgar Allan Poe se enteró que Thomas White
había fundado Southern Literary Magazine y que, por alguna razón, había
lanzado un concurso de poesía y un concurso de narrativa. Así, el señor White
podía atraer nuevos talentos literarios. Y eso sucedió, Poe envío sus
manuscritos a los dos premios y, por su talento, los ganó. Esto le permitió
conseguir un empleo como creador de historias y como articulista en Southern
Literary Magazine.
El propietario de una revista acababa de fundar dos premios: uno, para el mejor cuento; otro, para el mejor poema. Una letra singularmente bella atrajo la mirada de Mr. Kennedy, que presidía el jurado, y le dio deseos de examinar por sí mismo los manuscritos. Y sucedió que Poe había ganado los dos premios, aunque sólo uno le fue entregado. El presidente del jurado sintió la curiosidad de ver al desconocido. El director del diario le llevó a un joven de una belleza chocante, andrajoso, abrochado hasta la barbilla, y que tenía el aspecto de un caballero tan orgulloso como hambriento. Kennedy se portó bien. Presentó a Poe a un señor, Thomas White, que fundaba en Richmond el Southern Literary Messenger. El señor White era un hombre audaz, pero sin ningún talento literario; necesitaba un ayudante. Poe se encontró así, muy joven —a los veintidós años—, director de una revista cuyo destino descansaba por entero en él. El creó esa prosperidad. El Southern Literary Messenger reconoció desde entonces que era a aquel excéntrico maldito, a aquel borracho incorregible, a quien debía su público y su fructuosa notoriedad. En ese magazine es donde aparecieron por primera vez la Aventura sin par de un tal Hans Pfaall y otros varios cuentos que los lectores verán ahora desfilar ante sus ojos. Durante cerca de dos años, Edgar A. Poe, con un maravilloso ardor, asombró a su público con una serie de composiciones de un nuevo género y con artículos críticos cuya viveza, claridad y severidad razonadas estaban hechas realmente para atraer las miradas. Aquellos artículos se ocupaban de libros de todo género, y la sólida cultura que el joven había adquirido le sirvió de mucho. Conviene saber que aquella tarea considerable la realizaba él por quinientos dólares; es decir, por dos mil setecientos francos al año. Inmediatamente —dice Griswold, lo cual quiere decir; «¡Se creía, pues, rico el muy imbécil!».
Charles Baudelaire
Tras sentir una gran estabilidad económica con dicho empleo, Poe se casó con su prima
Virginia Eliza Clemm. No obstante, en 1847, Virginia falleció debido a las
complicaciones de salud que la tuberculosis le generó.
Este tipo de situaciones trágicas que sucedieron en su vida, empeoraron la
salud del escritor y, lamentablemente, tras descuidarse, incrementaron sus problemas de alcoholismo
y su adicción al juego y, por tanto, Edgar Allan Poe murió en 1849.
Existen muchas hipótesis de cómo fueron sus últimos momentos en vida. Sin
embargo, no hay un registro de las verdaderas causas que confirmen la forma en
cómo murió el escritor estadounidense.
Entre sus obras destacadas se encuentran sus poemas y sus relatos. No obstante, por
alguna razón, ha sido mal catalogado como un autor de lo oscuro, lo tenebroso y lo gótico. Es verdad, existen obras que tienen dichos elementos, por ejemplo: “El
cuervo”, “La máscara de la muerte roja” o “Metzengerstein”. No obstante, la
obra de Poe va más allá de estos estereotipos, pues muestra aspectos históricos
que son verdaderamente crueles, como la tortura que se representa en el relato
“El pozo y el péndulo”.
En este texto, visibiliza los casos terribles que ocurrieron durante más de
tres siglos de la Inquisición española. Y, como sucede en el cuento, en muchas
ocasiones, este tipo de castigos ocurrían porque las personas estaban
interesadas en las matemáticas o en la física. Esto se puede inferir porque el
personaje se la pasa contando y haciendo cálculos geométricos en el lugar donde
está encerrado.
También me había engañado sobre la forma del calabozo. Al tantear las paredes había encontrado numerosos ángulos, deduciendo así que el lugar presentaba una gran irregularidad. ¡Tan potente es el efecto de las tinieblas sobre alguien que despierta de la letargia o del sueño! Los ángulos no eran más que unas ligeras depresiones o entradas a diferentes intervalos. Mi prisión tenía forma cuadrada. Lo que había tomado por mampostería resultaba ser hierro o algún otro metal, cuyas enormes planchas, al unirse y soldarse, ocasionaban las depresiones. La entera superficie de esta celda metálica aparecía toscamente pintarrajeada con todas las horrendas y repugnantes imágenes que la sepulcral superstición de los monjes había sido capaz de concebir. Las figuras de demonios amenazantes, de esqueletos y otras imágenes todavía más terribles recubrían y desfiguraban los muros. Reparé en que las siluetas de aquellas monstruosidades estaban bien delineadas, pero que los colores parecían borrosos y vagos, como si la humedad de la atmósfera los hubiese afectado. Noté asimismo que el suelo era de piedra. En el centro se abría el pozo circular de cuyas fauces, abiertas como si bostezara, acababa de escapar; pero no había ningún otro en el calabozo.
Edgar Allan Poe, “El pozo y el péndulo”
Y no solamente se puede observar esto en sus cuentos, sino también su
sentido del humor, por ejemplo, en sus relatos “El Rey Peste” y “El sistema del
doctor Tarr y del profesor Fether” se encuentran historias muy bien elaboradas
que le permiten sacar carcajadas a cualquier lector. En el primer cuento se
narra la historia de dos marinos inadaptados que escapan del tabernero para no
pagar sus bebidas. No obstante, ingresan a la parte de una ciudad que fue
arrasada por una pandemia (esta pandemia es representada por unos monstruos
bastante peculiares) y, por fortuna de estos pícaros, logran salir del lugar
de una manera ridícula.
Sobre el segundo relato: “El sistema del doctor Tarr y del profesor Fether”,
Poe se mofa de las instituciones mentales que existían en el siglo XIX. También
se burla de los métodos que los médicos de aquella época utilizaban para “sanar”
a las personas. Lo que resalta en este texto es que el escritor estadounidense
presenta una situación bastante ridícula: los médicos son los pacientes, esto
se debe a que existió un motín en el hospital y ahora los enfermos dominan a
los expertos.
Los caprichos de los locos son inexplicables, y en mi opinión, así como en la del doctor Tarr y el profesor Fether, nunca se está seguro si se los deja andar solos y sin vigilancia. Un insano puede ser «calmado» por un tiempo, pero terminará siempre provocando algún alboroto. Su astucia, además, es tan proverbial como grande. Si proyecta alguna cosa, la ocultará con maravillosa sagacidad, y la destreza con que finge la cordura presenta para el filósofo uno de los problemas más singulares del estudio de la mente. Créame usted: cuando un loco parece completamente sano, ha llegado el momento de ponerle la camisa de fuerza.
Edgar Allan Poe, “El sistema del doctor Tarr y del profesor Fether”
Otro aspecto importante en la narrativa de Poe, es el alcohol. En sus
cuentos más importantes muestra el cambio repentino de carácter de sus
personajes. Lo que llama la atención de este cambio de carácter no es común,
pues se convierten en psicópatas. Por ejemplo, en “El gato negro”, el personaje
principal asesina a su mascota y a su esposa. Por otra parte, en “El barril
amontillado” encadena a una persona y le construye un muro para que no pueda
salir nunca de ese lugar.
Estas acciones van más allá del terror y de la fantasía, porque muestran las
posibles muertes que existían en el siglo XIX. Por tanto, sus elementos góticos
o de horror no siempre se construyen desde un mundo de fantasía, sino desde la
realidad misma.
Y, hablando de realidad y crueldad, Poe también innovó en la narrativa de detectives, pues creó a su famoso Auguste Dupin mucho antes de que Arthur Conan Doyle inventara a su famoso Sherlock Holmes.
Este personaje aparece en tres distintos relatos: “Los crímenes de la rue
Morgue”, “El misterio de Marie Roget” y “La carta robada”. En cada uno de estos
cuentos, Dupin muestra una gran habilidad de análisis de una situación
particular y, de igual manera, deja en claro algunos recursos nada éticos para
resolver los casos que él decide investigar.
Lo que resalta de estos cuentos, es que Poe renovó la estructurade los relatos de detectives, es decir, se presenta el crimen y,
posteriormente, se van reuniendo las pistas a través de un método lógico.
Asimismo, emplea otros elementos no propios de la literatura, como la narrativa
periodística y la narrativa científica. De esta manera, intenta resolver los
crímenes, pues hay que dejar en claro que no siempre lo logra por falta de
información.
En este sentido, leer a Edgar Allan Poe es una exploración que va más allá
de lo gótico y tenebroso, permitiendo al lector acercarse a su lado psicópata,
humorístico y detectivesco. La cuestión es romper estereotipos que la
sociedad le colocó a un escritor bastante habilidoso. No por nada, este autor fue el favorito de
Rubén Darío, Charles Baudelaire y hasta Jorge Luis Borges.