Jean Cocteau fue un artista francés multifacético: escribió poesía, novela, teatro, crítica literaria. Asimismo, pintó; realizó coreografías, diseño y cine.
Nació en el seno de una familia
burguesa de Maisons-Laffite, en 1889. Aprovechando sus grandes posibilidades
económicas, pudo cursar en los liceos más prestigiosos de Francia,
principalmente, en el Lycée Condorcet y el Lycée Fénelon. De igual manera, hizo
amistad con grandes personalidades del mundo artístico, como Picasso, Proust y
Apollinaire.
El tener una relación estrecha
con Guillaume Apollinaire, le permitió adentrarse al mundo de las vanguardias artísticas, principalmente el surrealismo. Este movimiento le abrió la puerta para crear un
arte más libre, por ejemplo, en la poesía, sus versos carecen de estructuras
clásicas que aprisionan la expresión de sus ideas.
Sin embargo, no toda su obra tiene aspectos surrealistas, debido a que, con el tiempo, fue creando un estilo particular
que muestra elementos vanguardistas, pero también tintes existencialistas y del
teatro del absurdo.
En 1955, se integró a la Academia
francesa y, en 1957, ingresa como miembro honorario al Instituto de Artes y de
Letras de Nueva York.
Lamentablemente, el 11 de octubre
de 1963, Jean Cocteau murió a causa de un infarto al miocardio.
Por tanto, para recordar su obra,
compartimos el poema “El poeta es exacto”, el cual es un extracto de su libro Retratos
para un recuerdo.
El poeta es exacto
El poeta es exacto. La poesía es exactitud. Desde Baudelaire, el público ha comprendido, poco a poco, que la poesía es uno de los medios más insolentes de decir la verdad. No existe arma de mayor precisión; y para defenderse, con una defensa instintiva, de la angustia de la exactitud y de las claridades reveladoras, se obstinan las gentes en confundir la poesía con la mentira, la viveza de espíritu con la paradoja.
¿Para qué referir una historia que no lleve en sí el peso inimitable de la verdad? ¿Para qué Memorias imaginarias, falsas anécdotas, frases que se equivocan de labios y recuerdos pintorescos? El peso muerto de la inexactitud abruma de fatiga.
Muy distinto es el haz de luz de un proyector, que se pasea por la superficie de esa noche acumulada detrás de cada uno de nosotros y que se detiene sobre un rostro, un acto o un lugar significativos, de forma que les dé el máximo de fuerza expresiva y de resurrección.[...]
1934-1935. Un telón cae, un telón se levanta. La vida ha muerto, viva la vida! Ha muerto una época, que he vivido desde su comienzo intensamente, pero contra toda mi voluntad; mis antenas me anuncian que empieza una era nueva en la que entreveo la nobleza cuyos signos me agradan. Aprovecho unos minutos de entreacto para levantarme, descansar, volverme y pasear mi anteojo. [...]
Un señor, cuya papel de cartas se embellece con profusión de lugares comunes grabados: Legión de Honor..., Palmas Académicas... , teléfono... , telégrafo... , me censura el empleo de lugares comunes que ruedan por todas partes. Yo enrojecería de vergüenza si el periodismo no me diera el ejemplo y el estilo frívolo que exige no comportase el uso de tales términos; unos, sin excusa; otros, magníficos, firmes en sus pedestales de mármol puro, verdaderas obras maestras de los siglos. ¿Nacieron alguna, vez? ¿Salieron, sin padre, del fondo de las excavaciones?
Un agricultor encuentra los brazos de la Venus de Milo. ¿A quién pertenecen? ¿A la Venus de Milo o al agricultor? Pertenecen al mito. Se abrazan al cuello de la poesía. Son serpientes blancas que tienen vida propia.
¡Qué delicia emplear los: «No obstante », "En resumen », «Por lo demás... », «Aparte de », «En una palabra » que se ensamblan ellos solos como fragmentos de un puzzle!
Perdóname, lector. Compréndeme. Ayúdame. Juega conmigo. No te quedes en pie delante de mi mesa. Conviene escribir y leer juntos esta prosa con plantilla y por retazos.