Hablar de Emily Dickinson no es sencillo. Esto se debe a que se desconocen
muchos aspectos de su vida y aquellos de los que sabemos, suelen ser muy
controversiales. Por ejemplo, se habla de su encierro, de sus preferencias
sexuales, incluso de sus romances.
Aunque todo lo mencionado anteriormente necesita de un mayor contexto, porque Emily, en ocasiones, no permanecía en confinamiento por siempre, ya que solía caminar en su jardín, paseaba a su perro o bajaba a mitad de escalera para escuchar las reuniones que existían en su casa.
De igual manera, sus preferencias sexuales fueron un gran debate después de
su muerte, pues quienes recopilaron su obra por primera vez, tacharon
información que existía de las cartas y de los poemas. También modificaron sus versos
y los publicaron con “supuestas mejoras”.
Y, lo peor, tras la lectura de sus poemas amorosos, se pensaba que Emily Dickinson dedicaba sus versos a hombres, cuando existe evidencia que ella
estuvo profundamente enamorada de su cuñada Susan Huntington Gilbert, pues le
escribió cartas confesándole todo lo que sentía por ella.
Están limpiando la casa hoy, Susie, y he hecho un rápido bosquejo de mi cuarto, donde con afecto, y contigo, yo pasaré ésta, mi hora preciosa, la más preciosa de todas las horas que marcan los días al vuelo, y el día tan querido, que por él cambiaría todo, y tan pronto como pase, suspiraré otra vez por él. No puedo creer, Susie querida, que casi he permanecido sin ti un año entero; el tiempo parece a veces corto, y mi recuerdo de ti es cálido, como si te hubieras ido ayer, y otras veces si los años y los años recorrieran su camino silencioso, el tiempo parecería menos largo. Y ahora como pronto te tendré, te sostendré en mis brazos; perdonarás las lágrimas, Susie, acuden tan felices que no está en mi corazón reprenderlas y enviarlas a casa.Carta de Emily Dickinson a Susan Huntington Gilbert
POEMA 354Salió una mariposa de su capullocomo sale una dama de su casa una tarde de verano;yendo de aquí para allá;sin rumbo, según parecía,excepto vagar por ahíen un caprichoso deambularque los tréboles comprendían.Su bonita sombrilla fue vista cerrándoseen un campo donde los hombres segaban heno;después, luchando denodadamentecontra una nube adversa;y allí donde otras, delicadas como ella,parecían no ir a ningún lugaren una circunferencia sin propósito,como un espectáculo tropical.Y mientras la abeja trabajaba,y mientras la flor celosamente brotaba,esta holgazana multitudlas desdeñaba desde el cielo.Hasta que el ocaso se extendió,una constante marea,y los hombres que segaban el heno,y la tarde, y la mariposa,desaparecieron en el mar.
También hay otra Emily Dickinson más oscura y cruda, que critica a la
religión y muestra a la muerte como un hecho inevitable que no conlleva a ideas
del más allá, sino al vacío o la nada.
POEMA 1100La última noche en que Ella estuvo vivafue una Noche Normal,excepto por la Muerte — esto para Nosotroshizo distinta a la Naturaleza —Nos dimos cuenta de pequeñas cosas —cosas que antes pasábamos por altoPor esta enorme luz en nuestras Mentesquedaron — en cursiva.Mientras salíamos y entrábamosde su Habitación últimay las Habitaciones de Aquellos que mañanaaún estarán vivos, una Culpa:que los Otros pudieran existirmientras Ella tuvo que terminarUna Envidia se alzócasi infinita —Mientras Ella se iba, esperábamos —Fue un tiempo reducido – Nuestras Almastanto se apretujaban que no podíanhablar — y la noticia, al fin, llegó.Mencionó algo, y olvidó —Luego, ligera como un Juncoinclinado en el Agua, luchó un poco —lo consintió, y murió —Nosotros — le arreglamos los Cabellos —y pusimos erguida la Cabeza —y entonces vino una espantosa calmapara imponerle normas a la Fe —
Por último, resalta una Emily Dickinson que reflexiona sobre la poesía y
las posibilidades del lenguaje, pero utilizando a la misma poesía como un
vehículo de reflexión y contemplación estética.
POEMA 169Mirar en la cajita de ébano, con devoción,cuando los años han pasado,sacudiendo el aterciopelado polvoque los veranos han posado.Levantar una carta hacia la luz,oscurecida ahora, con el tiempo;repasar las palabras desvaídas que,como el vino, un día nos alegraron.Tal vez, encontrar entre sus cajoncillosla arrugada mejilla de una flor,recogida hace mucho, una mañana,por una galante mano desaparecida.Un rizo, quizás, de frentesque nuestra constancia olvidó;tal vez, un antiguo adornode una moda que ya pasó.Y después, dejarlos reposar de nuevo,y olvidarnos de ellos,como si la cajita de ébanono fuera asunto nuestro.
En sí, leer a la poeta estadounidense es descubrir nuevas posibilidades de ver el
mundo, ya sea desde una perspectiva idealista, romántica y natural, hasta una
perspectiva pesimista, filosófica e intelectual.
La cuestión aquí, es leerla y sacar conclusiones propias. En verdad, se
llevarán una gran sorpresa como Harold Bloom en su Canon Occidental:
Exceptuando a Shakespeare, Dickinson demuestra más originalidad cognitiva que ningún otro poeta occidental desde Dante (…). Lo que sus críticos siempre subestiman es su asombrosa complejidad intelectual. Ningún lugar común sobrevive a sus apreciaciones; lo que ella no rebautiza o redefine, lo revisa hasta dejarlo difícilmente reconocible.