Por:
Karla Portela Ramírez*
Ray
Bradbury (EUA, 1920-2012) gustaba de leer y escribir desde su juventud. Si bien
no pudo ingresar a la universidad por razones económicas, continuó sus estudios
de forma autodidacta y se mantuvo en el mundo de las letras como vendedor de
periódicos; así se ganaba la vida, a la vez que escribía pequeños relatos. En
el verano de 1945, cuando tenía 25 años de edad, animado y acompañado por su
amigo Grant Beach, emprendió un viaje en carretera por nuestro país, México. La
primera parada significativa ocurrió en la Isla de Janitzio, Michoacán, porque
ahí Bradbury descubrió su fascinación por la festividad mexicana más
importante: Día de Muertos. En ese mismo lugar conocería a Madame Man´ha
Garreau-Dombasle, literata francesa esposa del embajador de Francia en México
durante aquella época, quien le recomendó viajar a la Ciudad de Guanajuato,
específicamente para conocer a sus afamadas momias.[1]
El
viaje a Guanajuato fue inolvidable para Bradbury. Allí el joven escritor
observó los cadáveres que habían sido exhumados del Panteón Municipal de Santa
Eulalia (conocido popularmente como Panteón de Santa Paula) porque no habían
pagado los derechos correspondientes para permanecer en ese lugar por siempre.
La visión de los cuerpos momificados, recargados contra la pared y expuestos al
aire libre –bastaba extender el brazo para tocarlos e incluso arrancar un
pedazo de la vestimenta o de los restos mortales– quedó grabada en su mente.
Dos años después de la travesía publicó su primer libro, Dark Carnival (1947),
colección de cuentos entre los que destaca The Next in Line, cuyos
personajes protagónicos, una pareja de turistas estadounidenses, se debaten
entre el asombro y el terror al visitar a las momias en México, reflejando los
mismos miedos que su autor.
Sin
duda, la vivencia de la muerte en la cultura mexicana impactó profundamente en
la mente de nuestro escritor. En 1963 retomó dicho tema y escribió The Life
Work of Juan Díaz, historia inicialmente publicada en la revista Playboy
(septiembre, 1963), posteriormente incluida en el libro The Machineries of
Joy (1964) y adaptada por el propio Bradbury para ser presentada en la
televisión como el episodio número 68 de la serie Alfred Hitchcock Hour,
que salió al aire el 26 de octubre de 1964.[2]
Sobre dicha obra de arte, protagonizada por los actores mexicanos Pina Pellicer
y Alejandro Rey, como María y Juan Díaz, respectivamente, versa la siguiente
reseña.[3]
La
historia se desarrolla en un pueblo de México, se aproxima el Día de Muertos y
Juan Díaz vende calaveras de azúcar para mantener a su familia. De él depende
la manutención de su esposa, María, y tres sus hijos. El dinero que gana no es suficiente
y como suele suceder entre los pobres, a una desgracia le sigue otra, Juan
enferma. Quizá, presintiendo su muerte, con gran esfuerzo logra pagar el
alquiler por dos años de una cripta en el panteón del pueblo para que su cuerpo
sea depositado ahí al morir. Ya en su lecho de muerte, Juan se cuestiona, se
lamenta: “¡¿Qué tipo de hombre soy, que dejo morir de hambre a mis hijos y a mi
mujer?! ¡¿Qué ha sido nuestro matrimonio sino hambre, enfermedad y ahora
nada?!...” El tiempo pasa, cumplido el plazo y tras notificar a María que el
alquiler ha vencido, Alejandro el sepulturero exhuma el cadáver de Juan y lo
deposita en las catacumbas, junto a los cuerpos momificados de otros que no han
podido pagar la perpetuidad o han sido olvidados, abandonados por sus
familiares. Evidentemente, María y sus hijos sufren por el destino de Juan, más
aún porque el sepulturero exhibe a los muertos que yacen en las catacumbas,
cobra un peso a los turistas que quieren ver a las momias. María acude a su
hermano Ricardo, quien es el jefe de policía, para que intervenga. Éste
responde que nada puede hacer; palabras más, palabras menos, Ricardo argumenta
que la ley se detiene al borde de la tumba. El sepulturero sólo cumple con su
trabajo.
Una
noche María decide rescatar el cadáver de su esposo. En compañía de su hijo
Jorge, se cuelan en las catacumbas y aprovechando que Alejandro ha llegado
ebrio, sacan a Juan del cementerio y lo llevan casa. Al darse cuenta de lo
sucedido, el sepulturero acude al jefe de policía y juntos se presentan en casa
de María. Ahí encuentran a la momia de Juan; Alejandro exige el arresto de
María y la devolución de su propiedad. Ella se defiende explicando que no es
una momia, sino un muñeco de papel maché. María logra su objetivo, se queda con
el cuerpo y siguiendo el ejemplo de Alejandro, coloca en la entrada de su casa
un letrero que invita a pasar para observar a la momia a cambio de unas
monedas. La idea tiene éxito, las personas se forman para pagar, entrar y
contemplar de cerca la muerte.
Nadie
podrá negar que Juan ha cumplido la promesa que hizo a María momentos antes de
fallecer: “Estaré contigo, aunque no te haya protegido en vida, te protegeré en
la muerte, aunque no te haya alimentado en vida, en la muerte te daré de comer.
Aunque he sido pobre, no lo seré en la tumba. Lo sé, lo proclamo, te lo
aseguro. En la muerte trabajaré y haré muchas cosas.” Muerto Juan Díaz, ganará
más dinero que con su trabajo en vida.
Ciertamente
Ray Bradbury es conocido por sus libros Crónicas Marcianas (The
Martian Chronicles, 1950), El hombre ilustrado (The Illustrated
Man, 1951) y principalmente por Fahrenheit 451 (Fahrenheit 451,
1953). Sin embargo, su legado trasciende la literatura en los géneros de
ciencia ficción y fantasía. Algunos relatos de su autoría han llegado al cine y
la televisión de terror, como parte de este último medio, fue guionista de
varios episodios en La dimensión desconocida (The Twilight Zone),
Cuentos desde la cripta (Tales from the Crypt) y como hemos
visto, al menos una de sus historia apareció en la serie La hora de Alfred
Hitchcock (Alfred Hitchcock Hour). El encanto y temor por la muerte
atraviesa la obra de Ray Bradbury. En el caso de su relación con México, su
interés o curiosidad por la mortalidad humana esquivó la caída en el lugar
común de la folklorización; y con cierta admiración respetuosa hizo de nuestra
máxima festividad popular fuente de inspiración artística. Nuestra vivencia y
celebración de la muerte continuamente otorga vida a la imaginación y
creación.
(*) Karla Portela Ramírez. Asidua lectora por placer y por necesidad. En el asombro y curiosidad constantes dedica su vida a la filosofía. Esto le ha llevado a navegar entre las letras de Schopenhauer, la obra de John Dewey, las ideas de la Escuela de Frankfurt y el pensamiento filosófico de los pueblos originarios. Hoy día vive en Casa de la Filosofía y en cómplice compañía de su amado organiza filocafés y filmosofías, además de ofrecer asesoría filosófica a quien que desee profundizar en sí mismo.
[1] Bradbury, el viajero espacial.
Agencia Reforma. Ciudad de México. Recuperado el 25 de octubre de 2021 de: https://www.elvigia.net/cultura/2020/8/22/bradbury-el-viajero-espacial-353490.html
[2] The Life Work of Juan Díaz. IMBD. Recuperado el 25 de octubre de 2021 de: https://www.imdb.com/title/tt0394056/?ref_=ttmi_tt
[3] Aunque sin traducción al español, La obra The Life Work of Juan Díaz puede ser visionada en el enlace: https://www.dailymotion.com/video/x7n8qiv