Por: Ian Yetlanezi Chávez Flores*
El Marqués de Sade es considerado
uno de los autores más perversos en la historia de la literatura, esto se debe
por las descripciones obscenas que se encuentran en sus libros más
representativos, como Justine, Juliette, Los 120 días de
Sodoma y La filosofía en el tocador.
Por las prácticas reflejadas en
su obra, el psiquiatra Krafft Ebing, denominó este tipo de comportamiento como
sadismo, posteriormente Freud incluiría al sadismo como una categoría de las
perversiones sexuales.
Hay que aclarar que el término
Masoquismo se refiere a otro tipo de comportamiento, que proviene de las
descripciones que Leopold von Sacher Masoch realizó en su novela La Venus de
las pieles. Y, en sí, cuando alguien se refiere al sadomasoquismo, es la
combinación de dos tipos de actividades que ejercen poder al otro de distintas
maneras, pero esa es otra historia.
Lo importante aquí es no catalogar
solamente a Sade como un perverso, sino como un escritor proveniente de la
Ilustración, que intentaba describir, demostrar y educar a las personas en un
sentido moral y desde una perspectiva lógica.
Pues durante la Ilustración, la novela, el ensayo, la fábula y el teatro se convirtieron en los textos predilectos de los artistas para cuestionar la sexualidad, el avance científico, los gobiernos y las costumbres de distintas sociedades.
Y aunque se piense que Sade era
el único que realizaba textos escatológicos, no es así, porque existieron otros
escritores que abordaron a la sexualidad como un tema que no debe tener tabúes,
como el Conde de Mirabeau con su obra La educación de Laura, Pierre
Choderlos con su novela Las amistades peligrosas, y aunque Jean de La Fontaine
escribiera su famosas Fábulas libertinas en el siglo XVII, también
fueron de gran inspiración para los artistas ilustrados.
Con esto, podemos observar que la obra del Marqués de Sade no fue un caso único en la historia de la literatura, sino una consecuencia histórica de su época en la que era necesario cuestionarse todos los avances obtenidos por medio de la lógica y la ciencia, ya que si no hubiera existido un Marqués de Sade, un Conde de Mirabeau, un Pierre Choderlos, o un La Fontaine, los artistas del Romanticismo hubieran tenido que buscar en otro sitio las imágenes desmesuradas del humano frente a la naturaleza y el reflejo de los impulsos vitales que critican las formas de comportamiento cotidiano de las sociedades supuestamente refinadas.
*Ian Yetlanezi Chávez Flores es Licenciado en Letras Latinoamericanas y Maestro en Humanidades por la Universidad Autónoma del Estado de México. Fue asistente de investigación en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CDMX). Formó parte de un programa de investigación de la Universidad de Harvard (Policy and Institutional Research Program). Asimismo, realizó una estancia de investigación en el Instituto Centroamericano de Estudios Sociales y Desarrollo, en Guatemala. Fundó Más Literatura y ahora dirige dicha revista de divulgación cultural. Ha escrito Voyerismo en las escaleras y Open the door to Centroamérica.