Franz Kafka (1883-1924) es considerado uno de los más grandes escritores de la Literatura Universal. Su obra se caracteriza por eventos satíricos que muestran una realidad compleja, en la que se mezclan grandes reflexiones sobre cuestiones existenciales, psicológicas y sociales.
Kafka escribió obras
magníficas que abordan temas actuales, como la ansiedad, la depresión, la
culpa, el absurdo, la ridiculización de la burocracia y la sátira hacia la
religión.
Sus obras más representativas son:
- El castillo.
- El proceso.
- La metamorfosis.
- Carta al padre.
- El desaparecido.
Actualmente, podemos
conocer la obra de Kafka gracias a que Max Brod no quemó los manuscritos de su
amigo, pues fue su última voluntad que dejó escrita en una carta.
Afortunadamente, hoy todos podemos disfrutar de la obra de Franz Kafka. Por eso, hay que recordarlo con algunas de sus mejores frases que se encuentran en su novela El proceso.
EL PROCESO DE LA VIDA
A veces resulta
asombroso que una sola vida de mediana duración sea bastante para captar la
gran cantidad de cosas que cabe hacer en este terreno con alguna perspectiva de
éxito. No dejan de presentarse horas sombrías, como las tiene todo el mundo, en
las que uno cree no haber obtenido ni lo más mínimo, donde parece como si
únicamente hubieran tenido un buen final los procesos destinados desde el
principio a un desenlace favorable, que también se hubiera producido sin ayuda
de nadie, mientras que todos los demás procesos se pierden a pesar de que uno
se afane y se mueva constantemente, a pesar de todos los pequeños éxitos
aparentes que con tanta satisfacción se acogieron. Entonces uno ya no ve nada
seguro y ni siquiera se atrevería a negar, si alguien lo preguntase, que
ciertos procesos bien orientados por su naturaleza han ido por mal camino
precisamente debido a la intervención de uno.
SOBRE LOS ABOGADOS
«¿Los grandes
abogados?», preguntó K. «¿Quiénes son? ¿Cómo es posible llegar a ellos?» «Veo
que nadie le había hablado de su existencia», dijo el comerciante. «Apenas hay
un acusado que, después de oír hablar de los mismos, no se haya pasado una
larga temporada soñando con ellos. Mejor será que no se deje inducir a
semejante cosa. No tengo ni idea de quiénes son los grandes abogados y es
imposible tener acceso a ellos. No conozco ni un caso en el que se pueda decir
con toda certeza que han intervenido. Defienden a alguien, pero su colaboración
no se obtiene nunca por propia voluntad; sólo defienden a quienes desean
defender. Para que se hagan cargo de este asunto, éste tiene que haber salido
ya de la jurisdicción del tribunal interior. Por lo demás, es mejor no pensar
en ellos, ya que, de no hacerlo así, las entrevistas con los otros abogados,
sus consejos y ayudas, les resultan a uno tan repelentes y tan inútiles –lo sé
por propia experiencia–, que uno preferiría echarlo todo a rodar, meterse en
casa y acostarse, y no oír de nada más. Pero esto sería, naturalmente, lo más
estúpido, porque tampoco en la cama duraría mucho la tranquilidad».
VERDAD, NECESIDAD Y MENTIRA
«No», dijo el
sacerdote, «no hay que creer que todo sea verdad; hay que creer que todo es
necesario.» «Una opinión desoladora», dijo K. «La mentira se convierte en el
orden universal».
OPINIÓN Y PRUEBA
No aceptes la
opinión ajena sin someterla a prueba.
LIBERTAD 1
El hombre de
campo es efectivamente libre; puede ir a donde le plazca; lo único que tiene
prohibido es el acceso a la ley.
LIBERTAD 2
El hombre libre siempre está por encima del que se ve sometido a una obligación.