Raúl Gómez Jattin: el poeta de la tragedia humana | MÁS LITERATURA

 


Raúl Gómez Jattin nació en Cartagena de Indias, Colombia, el 31 de mayo de 1945. Sus primeros versos los publicó en el libro Poemas. Algunas estrofas inspiraron ampliamente el mundo artístico, tanto que Beatriz Castaño y Silvia Mejía decidieron llevar sus poemas hacia la música, principalmente “Ombligo de la Luna” y “Si las nubes”.

Con su primer libro siendo un éxito, la carrera literaria de Jattin comenzó a cobrar fuerza. Por tal motivo, continuó escribiendo para producir Tríptico de Cereteano, Hijos del tiempo, El esplendor de la mariposa y El libro de la locura.

En su poesía se encuentran temáticas sobre la pasión, el erotismo, el deseo y el desamor que siempre estuvo presente en su vida. Por tanto, la sombra de la soledad y de la angustia rondaron por los rincones de sus versos, buscando los elementos que conforman la tragedia humana.

Y es que la tragedia humana no puede considerarse sólo una metáfora en la vida de Raúl  Gómez Jattin, pues durante los últimos años de su vida, el poeta sufrió severos episodios de locura que lo llevaron a consumir drogas e intentar una vida sin prejuicios. Sin embargo, por estas situaciones, Jattin se sumergió en la indigencia, falleciendo en su amada ciudad de Cartagena, el 22 de mayo de 1997.

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Caigo de mí
hacia mí
¿Dolor? no
¿Angustia? no
¿Qué pues?
Vacío que me espera
Anuncios de la muerte

 

Casi obsceno

Si quisieras oír lo que me digo en la almohada
el rubor de tu rostro sería la recompensa
Son palabras tan íntimas como mi propia carne
que padece el dolor de tu implacable recuerdo

Te cuento    ¿Sí?    ¿No te vengarás un día?    Me digo:
Besaría esa boca lentamente hasta volverla roja
Y en tu sexo el milagro de una mano que baja
en el momento más inesperado y como por azar
lo toca con ese fervor que inspira lo sagrado

No soy malvado trato de enamorarte
Intento ser sincero con lo enfermo que estoy
y entrar en el maleficio de tu cuerpo
como un río que teme al mar pero siempre muere en él

 

El agresor oculto

Me envenenó la vida
Me sustrajo de mi movimiento natural
y me entregó a las sombras
de los amores no correspondidos
Me trastocó los sueños
metiéndose como un conspirador entre sus grietas
Desempolvó recuerdos
que hablaban de partidas y de adioses
Mientras tanto mi alma
acostumbrada a la desgracia
lo veía hacer
como un condenado que presencia
el levantamiento del patíbulo

 

Erótico imaginario

Está quieto el jardín soportando la tarde
de un marzo que se anunciara ventoso

Tan fugaz que parece un enero

Penetrado de noche en limoneros y acacias
Opalino a lo lejos en la frente del cielo
El jardín se estremece por dentro

Entre ramas secas y hojas podridas
dormitan escarabajos    Libélulas    Lagartos
Un gato de ocio y maldad acecha una mariposa

De repente una casi invisible neblina desciende
y posa su penumbra en la fronda
acariciando el nudo de nuestros cuerpos
con la misma dulzura lentísima
con que yo mitad fuerza mitad miedo
beso tu cuello y tu barba de negro cristal
Está el jardín oloroso a sudor masculino
a saliva de besos profundos que anhelan
desatar el torrente del deseo en su cima
y que fluyan las savias y descansen los cuerpos

 

Pequeña elegía

Ya para qué seguir siendo árbol
si el verano de dos años
me arrancó las hojas y las flores
Ya para qué seguir siendo árbol
si el viento no canta en mi follaje
si mis pájaros migraron a otros lugares
Ya para qué seguir siendo árbol
sin habitantes
a no ser esos ahorcados que penden
de mis ramas
como frutas podridas en otoño

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